En mis charlas sobre Mentoring de la función comercial suelo usar una cita de Jeffrey Gitomer para explicar algo que a todos nos ha pasado alguna vez, y es que no nos gusta que nos vendan productos o servicios, pero nos gusta comprar.
En el ámbito de la gestión de Personas sucede lo mismo, no nos gusta que nos digan lo que tenemos que hacer, sino que nos dejen hacer.
Este cambio sutil permite que la función de Recursos Humanos o de Personas – como me gusta decir – tenga que dedicar gran parte de sus esfuerzos a diseñar experiencias en las que las Personas puedan hacer, experimentar y crear, con la dificultad añadida del contexto actual.
Un artículo que describe de forma sencilla este proceso fue publicado en Harvard Business Review con el título Design Your Employee Experience as Thoughtfully as You Design Your Customer Experience en 2016 y que, en su esencia, sigue siendo de actualidad.
Al final el resultado puede parecer el mismo, pero no lo es. El proceso en el que arranca la conducta es distinto en cada caso. En el primero, respondemos a un estímulo; en el segundo, nos movilizamos desde dentro.
A las personas nos gusta explorar y aprender en este proceso de descubrimiento. De alguna forma era lo que hacíamos cuando éramos pequeños: aprendíamos jugando y explorando.
En este proceso de exploración las experiencias permitan a los empleados seguir un propósito compartido, y en el que Hacer sea algo que surja de sí mismo.
Cierto es que la situación es compleja. Este año 2020 pasará a la historia como un año de absoluta anormalidad, pero la esencia de las personas no ha cambiado. Hay que seguir invitando a las personas a crear, hacer y descubrir por sí mismo, persiguiendo un propósito, en el que cada interacción sea una invitación a experimentar.
Al fin y al cabo, si algo hemos aprendido este año, es que todo está por descubrir, todo está por asimilar… pues aprendamos haciendo.